
Y me encuentro conmigo entre cuatro paredes y una alfombra.
Inmersa nuevamente en la ciudad. En ésta calurosa ciudad de la humedad y de la gente que pasa sus días apilada.
Inmersa nuevamente en la ciudad. En ésta calurosa ciudad de la humedad y de la gente que pasa sus días apilada.
¡Cuántas ventanas tiene este paisaje!
Me siento inspirada por haber respirado tanto aire fresco. Y seco. Me inflé de ideas y de pensamientos.
Ahora que estoy en la cosmópolis intento hacer con ello algo de arte. Aparecen mil formas pero me cuesta decidirlas, animarlas. Por lo pronto tengo ésta lapicera. Y me gustaría con ella hacer dibujos increíbles, pinturas abstractas o, al menos, una película, un documental, una novela, una escultura o una pieza musical… Pero encuentro algunas palabras, que aunque no son poesía, brotan desde adentro sin intermediarios. Mi cuerpo y mi mente están durmiendo ya, pero mi alma es la que sueña y hace que mi mano se siga moviendo.
Entre las risas que se escuchan al lado y la luz del vecino que acierta en mis pies pienso en los kilómetros recorridos de campos, de montes y de viñedos a través de la ventanilla de un colectivo. Pienso en olores, sonidos e imágenes porque los recuerdos toman esas formas.
Cierro los ojos, me tapo los oídos y dejo de respirar unos instantes…
Y me encuentro sentada sobre la hierba en la cima de la montaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario