sábado, 26 de septiembre de 2009

Napoleón (El Gavilán)

Así es el rock and roll. Y así es Napoleón, un petiso reventado, Rapoleón.
Napoleón o Rapoleón como le decían en su Italia natal es un personaje fuera del tiempo, como Atila el Huno o Hitler o Maquiavelo. A veces la enfermedad nos debilita la cabeza y no nos permite pensar con claridad. Decir que Napoleón es Napoleón y no otro, responde solo al devenir y el tiempo que fluye, pero que siempre se repite. Siempre hubo y habrá un Napoleón que a fuerza del verbo empecinamos en nombrar como tal.
Hubo un Napoleón contemporáneo. Petiso y reventado, que gustaba desollar a sus rivales. Había nacido el 15 de Agosto, solo a un segundo de diferencia del advenimiento del emperador Napoleón. Y así otros, que coexistieron con el Napoleón de los libros.
Así como la pelotuda de María Antonieta tiene su correlato careta y frívolo en las calles de Palermo Hollywood, Napoleón lo tiene en todas las épocas y en las diferentes lecturas de la historia. Todos ellos, menos el elegido (Napoleón o Rapoleón) sabían o preveían que debían temerle. Incluso Napoleón mandó a fusilar a Napoleón y así lo hizo con otra María Antonieta y la María Antonieta de Palermo Júpiter.
La historia fue torcida por la dialéctica para no dar luz a estas cuestiones. Mientras los lineamientos de ésta filosofía se basa en tres principios; la multiplicidad infinita de los acontecimientos se expanden hasta el hartazgo hacia el borde del cosmos que luego se regenera y comienza nuevamente como una cinta de moebius. Y así como pensamos a fuerza de sangre y fuego que hay un principio y un fin, no lo estamos tan seguros como de la existencia de Napoleón.
Quién dice que la historia refleja los hechos tal como ocurrieron es un necio, ya que la historia como la conocemos responde a una forma lineal como la apreciación occidental del tiempo. LA LÍNEA DE TIEMPO es en verdad un círculo de tiempo y los accidentes se repiten una y otra vez hacia la expansión del universo y su posterior contracción para luego expandirse una vez más y así se suceden los Napoleón, los Atila y los Chaucha Biancos.
Los chinos. Los chinos son más vivos. Y tienen los ojitos rasgados como si entendieran algo, con su expresión de: aahhhh, ya sé. Pero en verdad no entienden nada, solo que su cosmovisión es milenaria y el occidente maneja ideas aggiornadas sobre el universo y el capital que mueve el universo. Los chinos están más cerca de la magia y de las figuras míticas.
Si Napoleón hubiera sido un dios merecería el mayor de mis respetos. Pero en cambio, es el representante del contrato social y de la aparente idea de libertad que maneja el occidente, siempre con la pija un poco más cerca del culo.
El rojo, el azul y el blanco; la libertad, igualdad y la fraternidad en verdad son solo sangre, la muerte y la merca.
María Antonieta (no sé por qué le tengo bronca) fue condenada por la historia al mismo tiempo que Rapoleón (el tano cabrón) se enaltecía a fuerza de una turba de gente con necesidades de un cambio en la estructura social. Pero nadie sabía que ella era más provechosa para los pueblos ya que era odiosa a algunos forjadores de frases y odiosa a todos y solo el odio a la pelotudez de María Antonieta pudo redimir una revolución sangrienta y así justificar la sangre derramada por el pueblo. Es el verdadero chivo expiatorio para avalar una matanza de tales proporciones: un millón de cabezas cortadas.
Y entonces: Napoleón o no Napoleón, así es el Rock and Roll.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Estación Sarandí (Alberto Diaz Flores)



Bajo con el poco aliento que me queda los escalones de la empinada estación de Sarandí.
Mis pasos caen y me recorren desde el pie opuestas vibraciones: como si asestara fuertes golpes al suelo con las plantas de mis pies: electrizadas-electrizantes. Lindera mi mente busca el presente y el desatino sobreviene irremisiblemente…

Con el cuerpo cansado pero sin miedo ya, ni nada, camino entregado hacia el fin de mi suerte pues el lugar donde llegue será el paisaje de mi muerte. Lo sé indefectible, así lo adivina mi mente y lo manifiesta mi cuerpo que siente fragmentariamente, pero se estremece todo, con silencios cada vez más pronunciados. Busco los verdes pastos para dejarme morir pues los prefiero por sobre los duros cimientos que siempre y, más que nunca ahora, me resultan tan hostiles.
Enarbolo esta sucesión de blables articulados con el resto que me queda pues estoy convencido que todo se repite en todo y que las palabras son todo lo que hay y nada realmente. En la historia abundan ejemplos de las magias que se convocan con ciertas y precisas liturgias por medio del lenguaje; creí siempre que eran producto de sofistas pero de momento me aferro anhelante a esta práctica insoslayable que abraza a todas las religiones y cultos, y que no deja de manifestarse en la lógica y las matemáticas, y en cada momento de la vida cotidiana de cualquier humano si se piensa seriamente: es una combinación precisa la de lenguaje, memoria y energía. Las diferencias se dan en la observación y nunca en la naturaleza de las cosas. Sé también que en algún lugar del universo me corresponderá, en el momento que expire, un ligero estremecimiento, quizá sea el preciso instante en que un insecto pierda su equilibrio y caiga, así de insignificante para el resto; o en cualquier otra parte, no importa demasiado pero sucederá inexorablemente.

Mi vida acá se termina y sé que mi energía se dispersará abandonando mi ánima y que, de algún modo, con su ayuda reescribirás el ocaso de mi aliento, en uno de tus versos, algún día: y muero sonriente pues en ese entonces despertaré de mi letargo, contigo, en una nueva vida.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Napoleón (Alberto Diaz Flores)



La mirada fuerte, al horizonte. Frunce el seño, con los ojos entrecerrados ve menos de cerca pero distingue, mejor, formas a lo lejos. Le gustan las grandes extensiones de tierra, las anhela, le gusta respirar hondo y sentir sus costillas con la mano derecha.
-“El tiempo no es distinto al espacio y el paso del tiempo no es más que registrar huellas en él”. Se repite una vez más su berretín vital.
Está tranquilo, disfruta el cantar de lo pájaros, se siente realmente bien; entero y cabal. La batalla es pronto pero todavía el campo está vacío. Por unos momentos está quieto, quieto.
-“¡Malditos Ingleses! Saben dominar el mar, son rápidos, deslizan sus grandes barcos y sus guerras por doquier. Saben lo que hacen, son fuertes en la inmensidad de los ritmos que agita la luna, en el vasto fluir de los intersticios marítimos regentean sin pudor su contrabando lascivo; hombres rosados y escurridizos, velocistas insípidos, siempre en medio de todo. Viles piratas sin ética, monedas falsas, siempre en ambos bandos pero su perspicacia radica en el culto de los cantos, y yo todavía no he podido realizar más que la mitad de esta maniobra”. Maldice y escupe con afectación.
Sueña con su nombre, un nombre perpetuo es lo que sueña y sabe que necesita clavar banderas, agujerear espacios y que resuenen los ecos de su prosodia en la gran caja musical que es el mundo. Debe disponer de piedras, metales y granito para dejar sus rastros en cubos adornados y simétricos, en duras imágenes, en perennes grafos que lo convoquen: un simulacro de pompas, voces superpuestas y proyectiles.

Luego: charcos de sangre, cuerpos inertes y tras los estruendos, los estertores de hombres, le brindan superficies y se siente inmortal. Poderoso. Y quiere más…


Antaño, un niño ansioso por asistir a una función de títeres en el parque esperó a su madre en la silla del hall junto a un gran reloj de madera, descubre que lo mira veinte veces en dos minutos. El mismo niño convaleciente, echado en su cama luego del desayuno mira por la ventana las nubes blanquísimas sobre el celeste cobrizo de un cielo primaveral y hermoso; perdido en su fantasía multicolor recorre el mundo: las inmensas mesetas, las fangosas selvas, los dorados desiertos, los ovalados mares. Febril percibe de pronto que había oscurecido: cabeza debilitada con su enfermedad. Suspiró y durmió: ese niño Napoleón. Y se perdió esta vez en una filigrana de recuerdos que erizan pieles, de afanes sádicos con muecas insensatas en su rostro abrazado por la ausencia de luz.

Desarrolló de mozo el gusto por las letras. Le fascinaban las misivas: eso de andar expresado en líneas lo sumía en pensamientos mágicos; más de una vez sus delirios místicos debieron ser mitigados por su criada.
Llevaba un diario personal donde anotaba detalles de sus días y de sus pensamientos; se detenía con especial interés en la consideración de los espacios, del movimiento, en las acciones y avatares de la condición humana. Se solía leer con pasión y practicaba aforismos acerca de sus mayores en base a sus precoces observaciones del mundo. Leía con afición, también, los grandes clásicos. Con fruición asumía las determinaciones ficticias de los personajes como propias y pensaba en su propio accionar inmerso en las inverosímiles tramas. La mayoría de las veces descubría, sin sorpresa, total identidad con el héroe de los relatos. Uno de sus preferidos era el Quijote, en cuyo honor encontraba una ética inexpugnable aunque derivara, por desafortunadas circunstancias, en inextricables conductas para el gentío inmoral.
A propósito de la retórica de Aristóteles, en cuyas páginas dejó caer sus orejas varias tardes de su adolescencia escribió: “El interés por los argumentos, más precisamente, a los que están ligados al Ethos y al Pathos, por sobre el Logos es el interés por la voluntad de cambio y la búsqueda de la empatía por sobre la impasible e inútil claridad. El estudio de la Elocutio es fundamental para lograr el idemismo con los hombres, ella es mil veces más provechosa para los pueblos ya que es odiosa a algunos forjadores de frases que se interesan más en la elegancia estilística, en la nemotécnica bajo los preceptos de la modulación atemperada de los sonidos que en la efectividad de las pulsiones humanas y su condición que por naturaleza es efímera, volátil y paradojal”.

Nunca anduvo apurado, siempre sobró la situación, se convenció del casual entrevero que el lenguaje y la suerte sembraron en la cabellera de su mente. Comprendió que la sutil intervención humana es dotar a la fugacidad, a las memorias suscitadas, a las vibraciones experimentadas por los cuerpos de una serie de formas ordenadas según sus principios éticos e insistir y subsistir en ellas con ahínco.

Le gustaban los jardines diseñados: el césped cortado con diversos largos formando figuras por contrastes tonales, de suerte tal que la visibilidad varie por la perspectiva adoptada por el observador le parecía un gran acierto de los paisajistas; admiraba también la utilización programática de la especularidad con fines simétricos. De algún modo entreveía en esa estética la cifra de un orden posible del mundo, en esas constelaciones cromáticas y aromáticas presentía una forma mínima plausible de extensión.
Comprendió el suspicaz arte de la articulación de blables para persuadir hombres, pues deseaba habitar mentes llevado por el curioso presentimiento que allí, fuera, se encontraba un aspecto fundamental de la unidad del Ego. Y su actuación fue perfecta.

Fue en un parque viendo una obra, que por algún raro vericueto del hado fue por equícovo anunciada para niños, donde comprendió que el mundo es la imaginación de los hombres y donde fundió histrionismo con verdad en la imagen de dos muñecos de hilo barruntando groserías.

Lo que nadie supo nunca decir con certeza, y ni siquiera me atrevo a hipostizar, es el preciso instante en el que el niño perdió los escrúpulos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

"De camino al lugar acordado - Parte Uno" (Julián Nugnes)


Salgo de mi habitación. Olvido las llaves. Vuelvo. No están sobre el piano. Ni debajo de una pila de papeles con letras de hits.¡Están en la cocina!. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Tomo las llaves. Vuelvo a mi habitación. Tomo mi mochila. La cargo con un cuaderno y lapiceras. Busco un buzo deportivo. Agarro una campera bordó robada. La meto dentro de la mochila. Cierro la mochila. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Abro la heladera. Tomo una botella de agua. La apoyo sobre la mesada de la cocina. Abro la puertita que está debajo de la mesada (allí se guardan diferentes elementos útiles para almorzar o cenar). Tomo un vaso de vidrio. Lo apoyo sobre la mesada. Lo lleno de agua hasta tres cuartos de su capacidad. Recuerdo a Bruce Lee y una frase suya. Siento ganas de escuchar algo que sintonice con esa estética. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Busco un walkman. Lo encuentro debajo de una pila de ropa. Conecto auriculares al walkman. Lo guardo en la mochila. Busco algún cassette. Ninguno me convence. Tengo sed. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Agarro el vaso con agua. Tomo un pequeño sorbo. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Tomo la mochila olvidada. Salgo de la habitación.
Entro a la cocina. Suena el teléfono. Es para mí. Atiendo. “No puedo ir porque ya estoy yendo a otro lado”. Igualmente, no quería ir. Tampoco quiero irme de mi casa a ningún lado.
Abro la puerta de salida. Siento que olvido algo. Me voy.

jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS DULCES (R´n´R)


Primea edicion de "Los alegres comediantes", mecenas artìsticos de la debacle.
Comienza la gira eterna de presentación del primer LP de Los Dulces, "Sarandí"
Editado y producido por "Los Alegres comediantes" y distribuido por el sello "Ultrapop".
si queres escuchar las canciones podes pasar por http://www.myspace.com/losdulcess
Entredas anticipadas para amigos de los alegres $8
entrada en puerta $10
Nos vemos el 27, alegre pibe.

"La Triste historia de El Ex" (Julián Nugnes)


(Para principiantes, en tres prácticos pasos)

Tenés unos ojos púrpura como el cielo azul.
Hermosa.
Niña con piel de porcelana china. Cabello infinito que cuelga hasta la cintura,
tu parte mas suave y perfumada.
Delicado aljibe a las enseñanzas más puras,
las tonterías más salvajes, los pecados más enriquecedores.
Manitos de miel anudadas a las mías a través de los caminos.
Desde abril hasta Júpiter. Desde Ares hasta Octubre. Preciosa mente impenetrable…
¡Y pensar que todo eso fue mío, maldita!

Tuve tu aliento en la palma de mi mano y cada exhalación tuya respondiendo a mis caprichos. Conquisté a tu madre y hermano con miles de libros y películas y canciones afrodisíacas. Tentándolos, endulzándote.
Parecías tan encantadora, parlanchina, repleta de mis palabras. Un pajarito lúbrico y enamoradizo.
La verdad es devastadora. La gente enamoradiza jamás se enamora.

Es tan triste cuando los amantes deciden abandonarse y dejar de amarse desde allí hasta que se mueren solos y pútridos. Y los jugos, sus jugos, se retuercen y entremezclan en un brebaje por demás obsceno. Las lagañas podridas en los ojos somnolientos de los amantes tímidos se hacen carne en las pupilas amarronadas como unas aceitunas rancias de picada de barrio bajo. Es tan horrible describirlo.
Es espantoso sentir como mi carne se pudre a cada segundo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

"Fungus Daydream" (Alberto Diaz Flores)
















Un bisonte obstinado mira
lo que crece en su caca de unos días.
Memorias de no-tiempo,
génesis de epifanías.
Viajaron esporas por el espacio,
trayendo visiones futuras.

Después de un rato come:
Un hombre deformado por las ondas del agua, un sosias.
Los espejos devuelven imagos de cuerpos, fragmentos reversibles i nertes.

Y le gusta ver lento,
la naturaleza vibrante,
chispas y colores con los ojos cerrados,
y el bullir del cosmos en su sangre caliente.



martes, 1 de septiembre de 2009

"Mundo Pony n° 2" TeTé



Desayunamos nuestras exquisitas medialunas con queso y bebimos café con leche. Salimos a las afueras. Historias, historietas y recorridos en una tarde infernal. Menos mal que no escuchamos sirenas ni grito alguno que distraiga nuestra niñez. Vamos a tener una hija que se llamará Helena con H. Y si piensan que cargará con algún peso, se equivocan. Helenita Nugnes, jamás. Su hermano, que vendrá después, se llamará Junior. Un travieso, no menos que su padre, lleno de historietas de superhéroes y películas de Fellini.

Encantador, me agarra del dedo meñique y seguimos en nuestro mundo propio. Nos peinamos, jugamos y volvemos a reír. El compra cuatros historietas encontradas en un rincón a oscuras rodeado de andamios. Salimos más sonrientes de lo que entramos y entramos más sonrientes de lo que salimos del bar “El Federal”, nociones abusivas de tiempo y lugar.
Lana sin sweater.
Silencioso es el retorno a casa, ni nos miramos. Sólo quiero amor. Si, utópica también.
Gatuni bebé ya tiene hambre, me ocupo de eso y un beso suaviza mi garganta. Gracias, mi amor.
Tenemos muchas películas. Este fue un pedido extraño, lo hizo él, Gatuni del Medio. La familia Gatuni se dispone a ver a un tal Rocco, parece que es famoso en el arte del porno. Acolchado de Gatuni Grande, juguetes e imágenes congeladas en pasión.
Sexo.
Es aquí donde él queda paralizado. Su mano derecha no entiende razón de órdenes.
Piensa en las chicas de Rocco, en la suavidad de la piel de Gatuni Grande, sus pezones sedientos y esa concha deliciosa de chocolate amargo y sambayón.
Fuerte. Brillosa. Hermosa.
Nuestros cuerpos son parecidos. Dos gotas de mercurio flúo, diría él.

"Sàtiro, Pervertido, imparable" (Julian Nugnes)


Sátiro, feo, asqueroso.
Es un pervertido horrible, con la boca torcida dice “¡hola, corazón!”.
Mira a las chicas a los ojos, las abraza, las toca, no hay nada mas allá del sexo para él.
¡Pequeño gusano con manitos! clava la mirada lasciva en las tetas de las chicas y, a veces, va directo al monte de Venus. Profundamente, con esos ojos negros de noche porteña de los mil chantas y sátiros.
El mundo todo no es para él más que una infinita amiga y amante.
No distingue jamás entre el bien y el mal, su única ley es la del deseo.
El horror y el deseo.
Camina atropellado con pasitos de swing diabólico, grotescos gestos lo decoran, caricatura de la belleza y la vida. Es violento, irascible, simplemente malo.
Jamás escucha.
Obsesivo, horrible, insoportable. Serpiente enana y retorcida, enrosca a las chicas, les roba su esencia, las usa y asesina su inocencia a sangre fría.
Calculador, matador de vacas sagradas.
Sus comisuras, horribles pozos gigantes, están llenos de baba y lava caliente. A veces, incluso, escupe al gritar borracho a la luna.
Jamás escucha.
Manipulador de mil manos bestiales, titiritero sexual, horrible mirada de daga al rojo vivo. Sátiro. Pervertido. Imparable.
No quiero volver a verte nunca más. Estoy enamorada.