viernes, 18 de septiembre de 2009

"De camino al lugar acordado - Parte Uno" (Julián Nugnes)


Salgo de mi habitación. Olvido las llaves. Vuelvo. No están sobre el piano. Ni debajo de una pila de papeles con letras de hits.¡Están en la cocina!. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Tomo las llaves. Vuelvo a mi habitación. Tomo mi mochila. La cargo con un cuaderno y lapiceras. Busco un buzo deportivo. Agarro una campera bordó robada. La meto dentro de la mochila. Cierro la mochila. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Abro la heladera. Tomo una botella de agua. La apoyo sobre la mesada de la cocina. Abro la puertita que está debajo de la mesada (allí se guardan diferentes elementos útiles para almorzar o cenar). Tomo un vaso de vidrio. Lo apoyo sobre la mesada. Lo lleno de agua hasta tres cuartos de su capacidad. Recuerdo a Bruce Lee y una frase suya. Siento ganas de escuchar algo que sintonice con esa estética. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Busco un walkman. Lo encuentro debajo de una pila de ropa. Conecto auriculares al walkman. Lo guardo en la mochila. Busco algún cassette. Ninguno me convence. Tengo sed. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Agarro el vaso con agua. Tomo un pequeño sorbo. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Tomo la mochila olvidada. Salgo de la habitación.
Entro a la cocina. Suena el teléfono. Es para mí. Atiendo. “No puedo ir porque ya estoy yendo a otro lado”. Igualmente, no quería ir. Tampoco quiero irme de mi casa a ningún lado.
Abro la puerta de salida. Siento que olvido algo. Me voy.

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