miércoles, 30 de diciembre de 2009

7 Haikus para celebrar la nueva vuelta del mundo (Alberto Diaz Flores)



Ritmos dispares,
con el carrilón vibra
mi muda mente

Brillante de luz
en obscuro reposo
siempre olvido

Batir de hojas,
arrullos exquisitos
¡toma la cuerda!

Un impasible
un caleidoscopio que
guardan mis iris

De aquí para allá,
devienen pies que se van
eternamente

Lágrimas curvas
el contonearse sutil
de una burbuja

¡Asir el hilo!
enmarañados giros
hasta la muerte

miércoles, 16 de diciembre de 2009

"El tiempo es un avion Japonés, se mueve muy rapido - Parte masculina" (Julian Nugnes)


Solo, nunca jamás.
Somos dos gotas de mercurio flúo. Ansiosos, cortamos Congreso para encontrarnos.
Yo, Michel Platiní, estoy hecho de películas y fanáticos en celo. Vos, Lilian Gish, de besos, viajes, animalitos e ideales de amor y muerte.
Tenemos en común algunas pocas cosas: una bomba nuclear en el pecho, la sangre, la ira y la saliva. Quizás, también, ese futuro clásico que luchamos por negar.
Somos una dupla extraña, en un lugar extraño, de una manera extraña, con un amor imposible. Porque es imposible que yo ame a alguien mas que a mi, y es imposible que vos ames a alguien mas que a vos. Pero, como si fuese una ficción retorcida, es lo que esta pasando en este 2009 tremendo.
Tremendo, escurridizo, mas rápido que dos gotas de mercurio flúo.
Me muero de risa cuando recuerdo lo que me atormentó en Rosario:
“Solo, nunca jamás”.

¿Siameses separados por la macroeconomía? Eso aparentamos en el año del gansismo electoral. Hormiguitas cansadas de tanto cargar con gigantes hojas y tallos y semillas y equipos de bajo, nos acostamos molidos juntos y anudados. Nos insultamos, mimamos, comimos, chupamos y pulimos con la lengua cada uno la mente del otro hasta borrar el pasado. Vimos películas, travestis, futbolistas, afamados chefs, desgraciados restaurantes, noches, tardes, mañanas congeladas bajo cero, termómetros, gatos y perros y gatos. Escuchamos el arrullo del aliento susurrado al oído, los discos de los mejores poetas beat, los peores adolescentes drogadictos, los inigualables cantantes clásicos, los pajaritos atrapados en medio de la civilización.
Hartos, concluimos: “Pío, Pío, Pío. Queremos un mundo mejor”.

Tenemos caminos, rutas y desvíos pendientes. Siempre y cuando la hermandad nos guie somos tan indestructibles como el tiempo, doscientos años esperando la oportunidad no pueden ser en vano. Sos la mujer más maravillosa que conocí, sensual como un gato, perdida como un marinero extranjero mas pendiente de la luna que del devenir, desatada, hermosa. En mi boca caben todos los perversos, asquerosos, maquillados pecados que la vid incita, me muevo como un reptil de piel suave. Todas las palabras se sueldan hasta derretirse en cascadas llameantes, ahumadas, resueltas. Bañadas en amor puro.

Pido perdón por todos mis pecados pretéritos solo por ser eterno para ella. Es el alma de mi mundo que, justamente, es su alma. Esa hermosa conjunción de mente, corazón y sexo, que los poetas y teólogos utilizaron para subyugar el mundo, es ahora mi guía, mi faro y mi camino. El alma de una fémina infinita, hermosa, ansiosa, desdichada y constructora de belleza. Mejorando a todos los que la rodean va, sin saber que jamás hay fin ni principio, y lo único fantástico y revelador que tenemos es su camino. Ladrillos amarillos, leche de madre y miel.

Y Un pájaro de carretera nos dice:
-¿La ruta esta manchada de brea seca y caca de vaca, no?- abiertos a la madrugada, dormimos juntos y hubo un acuerdo tácito que seria para siempre. Claro que para siempre no es tan eterno como solía serlo en tiempos de dioses y minotauros. Tan abiertos dormimos que parecíamos El Amor. De par en par como una vagina rosa nos abrimos. Rosa, púrpura al costado, un ojo rojo lagrimeando. Qué extraño es el devenir.

martes, 8 de diciembre de 2009

Los Dulces: Sarandí o todas las cosas


Presentación Oficial del primer LP de Los Dulces producido por Los Alegres Comediantes, grabado en Discos Wacala, editado y distribuido por Ultrapop. A las 22:00Hs.
Visitá y bajate el disco:
Música, videos y más:

domingo, 29 de noviembre de 2009

Fuego (Alberto Diaz Flores)


Una hoja verde se mece de una rama que termina en una amarilla flor; su nombre lo desconozco, y pretendo, consciente, seguir ignorándolo. Tras ésta primera imagen: el cielo azul se extiende hasta que encuentro, no sin cerrar los ojos, el sol. Está proyectando paulatinamente un naranja exquisito al caer la tarde.
Observo voraz, de a ratos, los colores y podría seguir haciéndolo, creo, por bastante tiempo más... desde este escritorio, desde esta silla, en ésta misma posición; ya que encuentro en ellos un buen alimento.
Intuyo, aunque el movimiento incesante de la tierra le oculte el sol a mis ojos, que seguiré mirando el cielo y alternativamente ésta página por mucho rato, como lo he hecho ya varias veces en tantos días.
Poco a poco, la voy llenando con estos grafitos que intentan expresar sin demasiada fe, para ser sincero, el avatar de mi mente.
Creo que sin darme cuenta, durante la transición, que al sol lo reemplazarán las estrellas y la luna, cuyas luces atraen con un mismo inefable placer mis pupilas.
Debo escribir... Debo hallar el sentido en la nebulosa del lenguaje, entre las innumerables y desorganizadas vibraciones que agitan mi mente, debo hallarlo. No albergo demasiadas ilusiones pero entiendo, ya que el después y el antes no importan mucho, que una voluntad energética de allá y de acá, desde siempre me moviliza; pero también entiendo que apenas munido estoy de ficción y artificio. Me apena un poco, pero ya poco importa.
Los animales no necesitan razones, saben lo que deben saber para hacer lo que tienen que hacer: no hay escisión para ellos entre saber, hacer y necesidad.
El hombre hace lo que hace y cree tener por razón un conjunto informe de memorias vagas; practica una continencia cíclica, fetichista, que no resiste los embates de sus propios conceptos de linealidad y de evolución que tan vanagloriado de su ruda inteligencia proclama y repite hasta el hartazgo. Una vulgaridad de lo más rayana lo moviliza y un egotismo de lo más ridículo lo conmueve permanentemente.
El cigarrillo apoyado en el cenicero de vidrio azul que no he tocado, luego de la primera y única pitada que le dí antes de apoyarlo, se está consumiendo: el humo me irrita un poco los ojos.
El cielo está rojeando en tonos cobrizos sobre las nubes que me parece, hace rato, no hacen más que alargarse desconcentrándose. Imagino, sin fundamento, que son semejantes a las grandes oleadas espumeantes del océano: figuración motivada por la memoria frágil, tropo atrofiado en una imaginación siempre certera.
Creo que va a perder el equilibrio cuando el peso, que lo mantiene en su posición, se desvanezca en el aire: el humo hace brillar mis ojos.
Estas líneas entiendo que son poco y nada; una, después otra las palabras se disponen y siento, profundamente, que por una inercia propiamente ajena se acomodan en la hoja, que se suscitan de un modo que desconozco unas a las otras.
Ya rueda sobre la mesa, ahora ya cayó. Alrededor del calor que intuyo en naranja, rodeado de una fina capa gris de ceniza, ya crece una aureola negra... un humo blanquísimo, como el de las nubes de más temprano, se desprende y sube. Huelo el quemarse la alfombra y escribiré…tóxico.
¿Por qué escribo estas líneas? Si encuentro más placer y me lleno de energía al ver el crepúsculo. ¿Para qué escribo? Si creo saber que quién las lea, con bastante suerte, comenzará a leerse a sí mismo, rescribiéndolas en su mente; y, con menos suerte, a leerme y rescribirme sospechándolas, pensándolas y pensándome ajeno, especulando qué quise decir cuando escribo lo que escribo; cuando me lleva el presentimiento de que es imposible saber realmente lo que expreso: tanto para tí como para mí.
Entre líneas... ya el sol desapareció del todo, ya el humo es gris y un incipiente fuego le da ya breve calor a mi pierna izquierda.
Me decido:
Cuando termine de escribir el siguiente plan: haré un bollo con este papel y lo lanzaré por la ventana para que corran, al igual que yo, el destino que mejor le venga en suerte.
No sé si alguien leerá alguna vez este pequeño ensayo de una tarde de sol que devino en una obscura noche de puntos azules y de una redonda luminosidad gris que amarillea; me pregunto e ignoro, si venideras luces me abras/zaran.
No niego la posibilidad, todavía, de que cuando se chamusquen mis primeros pelos desprendiendo ese olor horrible, que ya he sentido alguna vez, no sea yo mismo quien desdoble éste papel y lo alise con mi palma luego de huir, dejando que el fuego queme por completo este lugar y pensando, tal vez, en mí compromiso con lo que escribo. O que luego de mitigar las llamas con el agua del balde celeste que veo en el lavadero las relea, arrugadas, y piense seriamente acerca de mi locura.
No lo sé todavía… tal vez no piense ya más en nada y los tonos de la tarde que llegaron a través de mis ojos a mi mente la consuman, en otras intensidades, junto a mi intrascendente cuerpo.
No lo sé todavía... al igual que todas las otras cosas. Pero que corra todo, mi cuerpo y el papel, mi mente y mi voluntad el destino que mejor les venga en suerte: en el infinito y eterno Fuego que todo lo mueve.

Alberto Diaz
28/11/2009

viernes, 27 de noviembre de 2009

A y Z (Marina Mangieri)


A y Z quieren encontrarse. A está a 10.000 kms. de Z. Z está a 1 año de A. La distancia las une y las separa, su incoherencia a simple vista es que la distancia de A es espacial, mientras que la distancia de Z es temporal. ¿Acaso en hechos no es lo mismo?
A para llegar a Z debería transitar por todas las letras del abecedario; en cambio Z debería retrocederlas. A sabe que todo se mueve con ella, también sabe que su camino es largo. Su destino. Z sabe que no se puede retroceder jamás y bien sabe que su naturaleza es el final. El error recurrente es decir que bastaría con que A se dé vuelta, A sabe que detrás de ella no hay nada. O decir que bastaría con que Z camine un poco para adelante, Z sabe que ahí no va a encontrar a A. Ellas no quieren caminar en círculos, ellas no creen en el círculo: lo odian, lo niegan, lo sufren. Ellas creen en algo más, algo más después de Z. A veces A pierde esperanzas sobretodo porque tiene mucho por delante; aunque eso a ella la motiva porque sabe que puede hacerlo. Su naturaleza es ir andando. A veces Z se siente terminada, se cree estancada en un fin eterno. Su tarea es difícil pero sabe que si llegó hasta ahí puede ir más lejos. Siempre suponiendo que hay más.
Toda esta historia podría generar demasiada ansiedad en A así como nostalgia en Z. A mira para adelante y estudia la perspectiva a través de las formas. Ella dibuja, improvisa. Z mira para atrás y estudia la historia con las formas. Ella escribe, poesía. La lucha de ambas es constante, buscando y encontrando su naturaleza. Heroínas de Harina. Sin Z A no podría empezar a ser, sin A Z no podría terminar de ser. Son lo mismo, dos puntas. Dirían un principio y un fin; por ahora.
Entonces, A y Z quieren unirse sin negarse, sólo las une su distancia y también las separa. Si el espacio dejara de ser espacio, el tiempo dejara de ser el tiempo, A dejara de ser A, Z dejara de ser Z; yo dejaría de escribir. Supongo que por eso no escribo, por A y por Z.

viernes, 30 de octubre de 2009

Mañanas y naranjos (Benji y Piwi)


Mañanas y naranjos.

Celeste la lluvia de mis sueños.

Cabezas de gallinas amontonadas.

En el horizonte un puerco sonriendo.

Vientos sacuden la toldería.

La playa gris y fértil.

Brasas entre piedras apagadas.

Con los mortales en el agua.

Con los dioses en las nubes.

Los inmortales sueñan.

Sándwichs de miga y bañadores.

Hoy pescaré algún monstruo.

Hilo de oro en la punta del dedo gordo.

Me he sentado sobre la roca ideal.

Sombras en el fondo del tumulto mar.

La pierna me tiembla el cuerpo entero.

Mirada de inmortales y nubes.

Truenos de las majestades.

Dientes de bestia marina.

Gigante el recuerdo de aquellos ojos.

Aguas heladas de oscura temperatura.

La lucha del monstruo sin esperanzas.

Profundidades de cavernas abominables.

La fría mirada de la noche que convence.

El nexo se corta y de pie en el fondo.

Estoy en la succión del pozo más ancho.

En el vórtice de una pelea con el monstruo dorado.

Me acerco mientras desvanece en las nieblas.

Entre rodillas cubiertas una fibra dorada.

A su negra figura, oro y estaño azulado.

Llegan figuras en sombras sin color.

Apreso el demonio y apunto hacia el cielo.

Surjo al aire puro.

Encallo en rocas con un cuerpo de sirena.

Las miradas de los dioses juzgan desde el cielo.

Cadáver de un exquisito inmortal, secreto divino.

Siento su carne delicada y frágil, mortal.

Ilumina su cara un sol naranja.

No somos distintos (Alberto Diaz Flores)



Recorro con la yema de mi dedo la suave hoja.
Su pelambre mínima me transmite un leve estertor
y noto que respira e intuyo su impasible vida.
Siento sus vibraciones y me suspendo en su belleza.

Me pregunto si oye, la apalabro con ternura.
Escuché que en Bolivia las fustigan e insultan
para que brinden más flores y frutos, y funciona.
Y lo haré por muchos días hasta que algo suceda.

El sentido de la fe, de la magia y de la adivinación se perdieron hace tiempo ya,
advino la causalidad, la dramaturgia acelerada y el cálculo de posibilidades .
¡El camino siempre es simple y natural aflora la respuesta! Pero no.
Sólo puede atribuirse a la soberbia y a la violencia el torpe curso.

El hombre capta memorias de la naturaleza en su interacción continua,
en las incesantes repeticiones de sus percepciones que se suceden
en un perpetuo movimiento, sin principio ni fin, solo capta fragmentos.

Los separa y los emula en una sucesión continuada, practica planos sobre constelaciones pero nunca es conciente de lo simultáneo: la implicancia de la acción de las fuerzas todas. Y la repetición crea memorias, requechos susceptibles de orden y combinatoria.

La torpeza radica en simular un orden arbitrario de observaciones como la cifra de lo posible, y el sospechoso arte de la disposición lineal construye ficciones verosímiles, encantos fútiles, límites mentales en la naturaleza jocosa.

El hombre hace de las partes culto y las multiplica, en mimesis, movilizando con ellas también fuerzas, y repercute en procesos, cada vez más grandes, con su disritmia a medida en que reproducen sin observar en su insistencia, terca, en su placer, vano, por la iteración.

Pero es suerte que la natureleza y su vida, desde la más remota estrella hasta el coleóptero que en este instante me rodea, y su energía: mudable y perenne, múltiple y una, siempre nos empuja a encarrilar, a proseguir su ritmo eterno del modo en que sea necesario.

Es suerte que su violencia sea disrupción fuerte para un comienzo ameno, como luego de tormenta; y es deleznable el remedo humano, sostenido y disfrazado.

Los sabios descubrieron el mundo en el sentido mágico, en el amor a la vida. Sus adivinaciones, puros actos de fe, se verificaron; percibieron movimientos que vincularon a través del intelecto.
Ellos experimentaron la simultaneidad, lo que trasciende las consideraciones del espacio y del tiempo, en sus pieles.

El presente es absoluto y vivo en continuidad, es un no tiempo y es un no lugar, pues siempre es ya y nunca es acá; el hombre se ayuda con nemotécnicas y arbitrariedades que le permiten dominios vanos y festejos enormes; por memoria proyecta y por memoria cree que ha vivido.

Los hombres adivinaron su muerte, les parece ser demasiado finitos; se entregan a la actividad y a la violencia, movimientos naturales del cosmos, y se dan constantemente de bruces aunque todos buscan lo mismo por errantes caminos: la paz, la eternidad.

Faltaron al conocimiento y a la ética cuando confundieron perezosamente lo simultáneo por lo inmediato, cuando pudieron medir sus acciones y evaluarlas respecto a fines, cuando se perdieron en el simbolismo separándose de sus cuerpos.

El lenguaje que es sonido con memoria o, en su verión mejorada, duraderos grafos con memorias y el encanto que halló el hombre por la subdivisión lineal ilusionaron en tiempo; en especular causas: en practicar modos de acción ligados a algo que de por sí es indefinible.

El tiempo se sentía, ahora nos acostumbramos a que exista sin nosotros y andamos como podemos el rato que nos convoca.

Los hombres, por desdén al presente absoluto de los cuerpos, en su insensata materia mental hallan una batalla constante entre las sustancias erróneas.

Al establecerse límites y violencia en su memoria frágil con la de los otros, siendo la memoria hija del olvido y el olvido hijo de la memoria; siendo los signos reversibles cegadores siempre corriendo en sentido contario, a la vez, se enmaraña y se anuda complejamente.

Y fuerza todo porque es más simple e inmediato, porque es sencillo destrozar, porque es más efectista la empatía de la violencia que la simpatía de la risa y de la bondad, porque es más sencillo disgregar que integrar y más inmediato embotarse que clarear.

Y porque hemos entrado en conflicto con nuestra propia naturaleza estamos insanos, siempre tirando de un opuesto somos arrastrados por el contrario: es simple, es visible, sucede cotidianamente. Vemos el universo y sus formas circulares. Pero no, ¡Estupidez!

La toco, la miro, la huelo, la beso y le hablo con dulzura.
La observo tenaz y aprendo sus diferencias, en comunidad,
en el devenir constante y mirando comprendo:
Uno es mutar, sin antes ni después: junto a todo y a todos.

Y en una gota al caer, en un brote mínimo, siento que sucede,
me transformo con ella pero noto que con todo sucede igual.
La veo crecer y caerse, solearse; bañarse y moverse, suspirar
Y yo crezco y me achico, me doro, me mojo, vibro y resoplo.

La veo deshacerse, reciclarse, brotar en nuevas formas pero la sigo viendo ¡Ciclo-ne-s!
Y, poco a poco, me deshago mientras ruedo por inercia y me empeño en encontrar sentido con nuevas ideas y me sigo viendo en el espejo repetidas veces ¡Tormentos!

Con ayuda del lenguaje se configuró un juego para humanos donde el sentido que por natura es paradojal y simultáneo a nuestras mentes, a palos se lo fuerza a ser uno. Vivimos, por ello, enroscados en una suerte de azar infinito y con umbrales regulados en base a un cálculo banal: reducidos a la mera repetición sin respetar ya la vida ni nada.

Sometidos a ley de la naturaleza, captar partes, paradójicamente, nos llevó a quitarnos los cuerpos, a vivir en el lenguaje, a diferenciarnos inútilmente de ella, a dominarla torpemente ¡acaso como si se pudiera! y por ello ella es, cada vez, más hostil con nosotros y nos reclama , poco a poco, Revolución.

Nos agobia la sensación de estar fuera del tiempo, y tan sólo es una imaginación que habita nuestras mentes y nos separa, de nosotros mismos y del resto.

Pero el derrotero que suscita nos dirige a la inexorable realidad natural: notamos que todo va en siempre en sentidos contrarios, sentimos que todo es lo mismo, pero lo notamos ya casi exánimes, con los ojos cansados y la mente doliente.

Intentaré no olvidar jamás esos largos instantes de quietud y de claridad, cuando descubrí, feliz, que eras bonita para mí, por mí; en mi mirada que ahora también es tuya. Recordaré cómo se dilataron mis pupilas tragando tus colores y tu paz. Y la jubilosa sensación de éxtasis que me invadió al sentirme, al fin, parte del infinito cosmos.

martes, 13 de octubre de 2009

"De camino al lugar acordado - Parte III" (Julián Nugnes)

Estoy presenciando un desfile de lo más pintoresco. Humo, panchos, chipá calientito paredes pintadas de mugre, gente tambaleándose. ¡Y todo por 90 centavos!,
Quilmes es infinitamente horrible.

Dualidad obscena, tetas de goma
Gomas y basura quemadas al atardecer
Desierto asqueroso de monedas y cocaína,
y en el centro una rosa espinada

Me refriego los ojos, borro todo lo que vi a través de la ventana. Mientras el tren arranca vuelvo mi vista al pequeño librito de Maru Paii, y no puedo creer estar en el mismo planeta que antes. Después de leer dos palabras de su primer poema ya es mi escritora favorita. La ventana no está tan roñosa como antes, los pies de los nenes ya no están tan sucios ni descalzos, ahora soy yo el que se siente un cerdo asqueroso. ¡Amo la envidia!


Y me vuelvo a repetir el juramento:

Cuando se apague la llama del desamor infinito
Sin razón de ser quedará mi lengua
Monocorde y desalmado, Sin pasión, marchito,
Imposible negarlo
¡Morir será mi más grande aventura!

Los poemas de Maru Paii son tan sencillos que redefinen la belleza de la artesanía, la hoja mecanografiada parece un manuscrito.
Entonces, decidí que quiero varias cosas:
Quiero hacerme hincha fanático y gritar un gol suyo en alguna fiesta snob de Buenos Aires.
Hablar de ella siempre de una manera efectista y dulcísima para jamás pasar inadvertido.
Que sea mi escritora fetiche para siempre, conocerla, saludarla y halagarla.
Tener para mi toda su confianza y amistad a fuerza de regalos y helados abarrotados de crema.
Charlar y tomar vino y charlar.
Hacerla reír más fuerte que mil hermanas en camas marineras.
Poseerla.
Matarla.

Estoy devastado. Siento mi piel descomponerse con mayor rapidez, llenarme de arrugas, viejo, asqueroso, horrible, pervertido. La sensación es más que dulce, ¡Es salada!
Y todo por culpa de una nena hermosa de 15 años.
Mejor me tiro del tren.

martes, 6 de octubre de 2009

Los luchadores volaban por el cuadrilátero (Benji y Piwi)



Los luchadores volaban por el cuadrilátero. En pleno vuelo el peli-largo con traje rojo, engancha un nudo doble-nelson al cuello de su contrincante. Entonces, agarré mi sombrero y la recogí del brazo y nos fuimos de las gradas al auto. Manejamos hasta Bolivar, un pueblo a quince kilómetros. Comimos panchos y bebimos frutas. Le toqué el sentido, me sentía vivo. La amé toda mí vida, mí princesa, mí verdurita esencial. El luchador tenía un apodo: Verdurita Esencial.
Su traje era como un morrón gigante. Nunca más tuve ese sueño. Una vez recuerdo haber visitado Bolivar, pero fue hace rato. Creo que tomé una cerveza. Siempre me acuerdo de la verdurita.

A la mañana me quedé dormido. Me desperté a las seis. Fue difícil dormir con tanto calor, tuve pesadillas de ensueño. Desayuné a las ocho. Durante dos horas contemplé, al fresco del aire, mis
recuerdos de la noche. La mañana era absoluta, bebía el agua, sabía que Gragea venía a visitarme. Quería hablar de la noche del asesinato, con el que tanto soñaba.

Con el cinturón que no combinaba ni mis zapatos ni el sucio sombrero que llevo siempre. Las medias agujereadas raspaban los mocasines marrones. Cuando estaba listo mojé mi cara con agua fría pero no sentí frescura. Gragea me sorprendió a las nueve en punto. Vestía elegante, moderna como siempre. Me aprete la poronga bien fuerte. Entonces me paré sobre el piano de cola y tiré mi trago al piso. Después le agarré las tetas y hablamos de la noche del asesinato, entre gemidos. Luego comimos vainillas, y a las diez nos fuimos al central hall del barrio. Los residentes, mis vecinos, son abominables monstruosidades de personas. Me eriza interactuar con
cualquiera de ellos. Calcé mis gafas oscuras del bolsillo del impermeable y cruzamos de calle. Al cruzar, se aproximan los matones de "Alfredo", y matan a Gragea con una cantimplora cargada de jugo.
ME quedé mirando todo el tiempo. En el fondo pensaba en que ya sabía que la estaban buscando. En el fondo, yo les dije a qué hora y dónde. Luego del asesinato me dieron la recompensa en un sobre pequeño, contenía un cheque a nombre del Sir Franciose del Carril Andante. Malditos cheques. Era sábado y yo quería comprame una coca-cola fría.
Y fue así que al kiosquero le pedí la coca mas fría y un cigarro de papas. Batman me invitó una pizza con anchoas, pero yo solo quería mí coca fría. Observé la ciudad morir con la calle, en rentas, en billetes, en una maldita pizza pagada por un maldito super héroe.

"Odio los comics!!!!" Dijo un adolescente con una cresta y un chaleco de jean. Batman arrugó su mascara de asombro y pavor. Tiró sus anchoas sobre el impertinente joven. Una vez más la dulce justicia de las revistas.

Fuí al Jardin de Manzanos a hablar con mi jefe. Me dió detalles del nuevo operativo en Labrada. Me fuí satisfecho, la plata era en cantidad y conveniente. Mi jefe es de esas pocas personas que
aún creen en su trabajo.

Me agarré la poronga otra vez, esperando que algo explote como por control remoto. Iba a explotar el mundo, y asi fue que todo murió, yo inclusive.

jueves, 1 de octubre de 2009

La Falfata vuelve a Runzia ( de " Falfata y Astrolabio") , seguido de poema sin título (Lara Seijas)















Hoy a la Falfata
una de las ganas se le puso topa
de cosas hipocornias
(como decir
aleteo rucucu ostracanción)
y la otra la despertó gerania:
ni una gota del alma debía volcársele
antes de ver a su Astrolabio.

Al mirar por la ventana potrilla de sus sueños
remeda a Runzia y le borbolean sus aros de eón.
El tren lleva el paisaje a sus temporales
y allí planta campos de licias y sidiles.

En poco tiempo llegará a casa
con su pelo perfumeando el recuerdo
de las flores dulces de is
con las que él gusta coronarla.

______________________

Me perpilfarro de la cima
cuando las palabras se desexuman
en fructuras de baorilas
de criptilias y de arnos.

Entonces me siento herborecente por las rafias
por las crencias de los senfios

y cada tanto
por la dala de mi ulupatía
me antiproclamo.

"De camino al lugar acordado - Parte II" (Julian Nugnes)


9 de abril del 2009. A la mañanita.
Me atropello a una boca de subte. Pasos cortitos de bailarín borracho. $1,10 dice el cartelito amarillo. No me rebelo. Uno. Chau molinete. Espero un minuto interminable. Siento ruido a latas en increscendo. Olor a goma quemada. Guardo mi campera en la mochila. Se abre la puerta y me aprieto imposiblemente contra alguien que tampoco cree merecer este destino de sufrir.
Lo siento, pero lo merecemos.
Miro las tetas de las chicas, busco sus miradas, si alguna sostuviese la mía, quizás…
Miro las panzas de los hombres. “¡Nunca jamás!”, me juro.
Pichincha – Entre Ríos – San José.
Casi sonrío.
Independencia.
Se engancha mi bolso en algo, un gordo me roza el culo. Bajo con un saltito de bailarín borracho. Miro las tetas de las chicas.
Lo siento, pero lo merecemos.

La extraña relaciòn entre un famoso y su fanatico al momento de la tan ansiada foto




Estos ejemplos bastan y sobran. Lo esclarecen todo, no hay mas para decir.



Siempre se observa la mandibula desencajada del fanatico.



El famoso siempre es una saeta que ya se fue.



Al fin comprendo todo.



sábado, 26 de septiembre de 2009

Napoleón (El Gavilán)

Así es el rock and roll. Y así es Napoleón, un petiso reventado, Rapoleón.
Napoleón o Rapoleón como le decían en su Italia natal es un personaje fuera del tiempo, como Atila el Huno o Hitler o Maquiavelo. A veces la enfermedad nos debilita la cabeza y no nos permite pensar con claridad. Decir que Napoleón es Napoleón y no otro, responde solo al devenir y el tiempo que fluye, pero que siempre se repite. Siempre hubo y habrá un Napoleón que a fuerza del verbo empecinamos en nombrar como tal.
Hubo un Napoleón contemporáneo. Petiso y reventado, que gustaba desollar a sus rivales. Había nacido el 15 de Agosto, solo a un segundo de diferencia del advenimiento del emperador Napoleón. Y así otros, que coexistieron con el Napoleón de los libros.
Así como la pelotuda de María Antonieta tiene su correlato careta y frívolo en las calles de Palermo Hollywood, Napoleón lo tiene en todas las épocas y en las diferentes lecturas de la historia. Todos ellos, menos el elegido (Napoleón o Rapoleón) sabían o preveían que debían temerle. Incluso Napoleón mandó a fusilar a Napoleón y así lo hizo con otra María Antonieta y la María Antonieta de Palermo Júpiter.
La historia fue torcida por la dialéctica para no dar luz a estas cuestiones. Mientras los lineamientos de ésta filosofía se basa en tres principios; la multiplicidad infinita de los acontecimientos se expanden hasta el hartazgo hacia el borde del cosmos que luego se regenera y comienza nuevamente como una cinta de moebius. Y así como pensamos a fuerza de sangre y fuego que hay un principio y un fin, no lo estamos tan seguros como de la existencia de Napoleón.
Quién dice que la historia refleja los hechos tal como ocurrieron es un necio, ya que la historia como la conocemos responde a una forma lineal como la apreciación occidental del tiempo. LA LÍNEA DE TIEMPO es en verdad un círculo de tiempo y los accidentes se repiten una y otra vez hacia la expansión del universo y su posterior contracción para luego expandirse una vez más y así se suceden los Napoleón, los Atila y los Chaucha Biancos.
Los chinos. Los chinos son más vivos. Y tienen los ojitos rasgados como si entendieran algo, con su expresión de: aahhhh, ya sé. Pero en verdad no entienden nada, solo que su cosmovisión es milenaria y el occidente maneja ideas aggiornadas sobre el universo y el capital que mueve el universo. Los chinos están más cerca de la magia y de las figuras míticas.
Si Napoleón hubiera sido un dios merecería el mayor de mis respetos. Pero en cambio, es el representante del contrato social y de la aparente idea de libertad que maneja el occidente, siempre con la pija un poco más cerca del culo.
El rojo, el azul y el blanco; la libertad, igualdad y la fraternidad en verdad son solo sangre, la muerte y la merca.
María Antonieta (no sé por qué le tengo bronca) fue condenada por la historia al mismo tiempo que Rapoleón (el tano cabrón) se enaltecía a fuerza de una turba de gente con necesidades de un cambio en la estructura social. Pero nadie sabía que ella era más provechosa para los pueblos ya que era odiosa a algunos forjadores de frases y odiosa a todos y solo el odio a la pelotudez de María Antonieta pudo redimir una revolución sangrienta y así justificar la sangre derramada por el pueblo. Es el verdadero chivo expiatorio para avalar una matanza de tales proporciones: un millón de cabezas cortadas.
Y entonces: Napoleón o no Napoleón, así es el Rock and Roll.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Estación Sarandí (Alberto Diaz Flores)



Bajo con el poco aliento que me queda los escalones de la empinada estación de Sarandí.
Mis pasos caen y me recorren desde el pie opuestas vibraciones: como si asestara fuertes golpes al suelo con las plantas de mis pies: electrizadas-electrizantes. Lindera mi mente busca el presente y el desatino sobreviene irremisiblemente…

Con el cuerpo cansado pero sin miedo ya, ni nada, camino entregado hacia el fin de mi suerte pues el lugar donde llegue será el paisaje de mi muerte. Lo sé indefectible, así lo adivina mi mente y lo manifiesta mi cuerpo que siente fragmentariamente, pero se estremece todo, con silencios cada vez más pronunciados. Busco los verdes pastos para dejarme morir pues los prefiero por sobre los duros cimientos que siempre y, más que nunca ahora, me resultan tan hostiles.
Enarbolo esta sucesión de blables articulados con el resto que me queda pues estoy convencido que todo se repite en todo y que las palabras son todo lo que hay y nada realmente. En la historia abundan ejemplos de las magias que se convocan con ciertas y precisas liturgias por medio del lenguaje; creí siempre que eran producto de sofistas pero de momento me aferro anhelante a esta práctica insoslayable que abraza a todas las religiones y cultos, y que no deja de manifestarse en la lógica y las matemáticas, y en cada momento de la vida cotidiana de cualquier humano si se piensa seriamente: es una combinación precisa la de lenguaje, memoria y energía. Las diferencias se dan en la observación y nunca en la naturaleza de las cosas. Sé también que en algún lugar del universo me corresponderá, en el momento que expire, un ligero estremecimiento, quizá sea el preciso instante en que un insecto pierda su equilibrio y caiga, así de insignificante para el resto; o en cualquier otra parte, no importa demasiado pero sucederá inexorablemente.

Mi vida acá se termina y sé que mi energía se dispersará abandonando mi ánima y que, de algún modo, con su ayuda reescribirás el ocaso de mi aliento, en uno de tus versos, algún día: y muero sonriente pues en ese entonces despertaré de mi letargo, contigo, en una nueva vida.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Napoleón (Alberto Diaz Flores)



La mirada fuerte, al horizonte. Frunce el seño, con los ojos entrecerrados ve menos de cerca pero distingue, mejor, formas a lo lejos. Le gustan las grandes extensiones de tierra, las anhela, le gusta respirar hondo y sentir sus costillas con la mano derecha.
-“El tiempo no es distinto al espacio y el paso del tiempo no es más que registrar huellas en él”. Se repite una vez más su berretín vital.
Está tranquilo, disfruta el cantar de lo pájaros, se siente realmente bien; entero y cabal. La batalla es pronto pero todavía el campo está vacío. Por unos momentos está quieto, quieto.
-“¡Malditos Ingleses! Saben dominar el mar, son rápidos, deslizan sus grandes barcos y sus guerras por doquier. Saben lo que hacen, son fuertes en la inmensidad de los ritmos que agita la luna, en el vasto fluir de los intersticios marítimos regentean sin pudor su contrabando lascivo; hombres rosados y escurridizos, velocistas insípidos, siempre en medio de todo. Viles piratas sin ética, monedas falsas, siempre en ambos bandos pero su perspicacia radica en el culto de los cantos, y yo todavía no he podido realizar más que la mitad de esta maniobra”. Maldice y escupe con afectación.
Sueña con su nombre, un nombre perpetuo es lo que sueña y sabe que necesita clavar banderas, agujerear espacios y que resuenen los ecos de su prosodia en la gran caja musical que es el mundo. Debe disponer de piedras, metales y granito para dejar sus rastros en cubos adornados y simétricos, en duras imágenes, en perennes grafos que lo convoquen: un simulacro de pompas, voces superpuestas y proyectiles.

Luego: charcos de sangre, cuerpos inertes y tras los estruendos, los estertores de hombres, le brindan superficies y se siente inmortal. Poderoso. Y quiere más…


Antaño, un niño ansioso por asistir a una función de títeres en el parque esperó a su madre en la silla del hall junto a un gran reloj de madera, descubre que lo mira veinte veces en dos minutos. El mismo niño convaleciente, echado en su cama luego del desayuno mira por la ventana las nubes blanquísimas sobre el celeste cobrizo de un cielo primaveral y hermoso; perdido en su fantasía multicolor recorre el mundo: las inmensas mesetas, las fangosas selvas, los dorados desiertos, los ovalados mares. Febril percibe de pronto que había oscurecido: cabeza debilitada con su enfermedad. Suspiró y durmió: ese niño Napoleón. Y se perdió esta vez en una filigrana de recuerdos que erizan pieles, de afanes sádicos con muecas insensatas en su rostro abrazado por la ausencia de luz.

Desarrolló de mozo el gusto por las letras. Le fascinaban las misivas: eso de andar expresado en líneas lo sumía en pensamientos mágicos; más de una vez sus delirios místicos debieron ser mitigados por su criada.
Llevaba un diario personal donde anotaba detalles de sus días y de sus pensamientos; se detenía con especial interés en la consideración de los espacios, del movimiento, en las acciones y avatares de la condición humana. Se solía leer con pasión y practicaba aforismos acerca de sus mayores en base a sus precoces observaciones del mundo. Leía con afición, también, los grandes clásicos. Con fruición asumía las determinaciones ficticias de los personajes como propias y pensaba en su propio accionar inmerso en las inverosímiles tramas. La mayoría de las veces descubría, sin sorpresa, total identidad con el héroe de los relatos. Uno de sus preferidos era el Quijote, en cuyo honor encontraba una ética inexpugnable aunque derivara, por desafortunadas circunstancias, en inextricables conductas para el gentío inmoral.
A propósito de la retórica de Aristóteles, en cuyas páginas dejó caer sus orejas varias tardes de su adolescencia escribió: “El interés por los argumentos, más precisamente, a los que están ligados al Ethos y al Pathos, por sobre el Logos es el interés por la voluntad de cambio y la búsqueda de la empatía por sobre la impasible e inútil claridad. El estudio de la Elocutio es fundamental para lograr el idemismo con los hombres, ella es mil veces más provechosa para los pueblos ya que es odiosa a algunos forjadores de frases que se interesan más en la elegancia estilística, en la nemotécnica bajo los preceptos de la modulación atemperada de los sonidos que en la efectividad de las pulsiones humanas y su condición que por naturaleza es efímera, volátil y paradojal”.

Nunca anduvo apurado, siempre sobró la situación, se convenció del casual entrevero que el lenguaje y la suerte sembraron en la cabellera de su mente. Comprendió que la sutil intervención humana es dotar a la fugacidad, a las memorias suscitadas, a las vibraciones experimentadas por los cuerpos de una serie de formas ordenadas según sus principios éticos e insistir y subsistir en ellas con ahínco.

Le gustaban los jardines diseñados: el césped cortado con diversos largos formando figuras por contrastes tonales, de suerte tal que la visibilidad varie por la perspectiva adoptada por el observador le parecía un gran acierto de los paisajistas; admiraba también la utilización programática de la especularidad con fines simétricos. De algún modo entreveía en esa estética la cifra de un orden posible del mundo, en esas constelaciones cromáticas y aromáticas presentía una forma mínima plausible de extensión.
Comprendió el suspicaz arte de la articulación de blables para persuadir hombres, pues deseaba habitar mentes llevado por el curioso presentimiento que allí, fuera, se encontraba un aspecto fundamental de la unidad del Ego. Y su actuación fue perfecta.

Fue en un parque viendo una obra, que por algún raro vericueto del hado fue por equícovo anunciada para niños, donde comprendió que el mundo es la imaginación de los hombres y donde fundió histrionismo con verdad en la imagen de dos muñecos de hilo barruntando groserías.

Lo que nadie supo nunca decir con certeza, y ni siquiera me atrevo a hipostizar, es el preciso instante en el que el niño perdió los escrúpulos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

"De camino al lugar acordado - Parte Uno" (Julián Nugnes)


Salgo de mi habitación. Olvido las llaves. Vuelvo. No están sobre el piano. Ni debajo de una pila de papeles con letras de hits.¡Están en la cocina!. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Tomo las llaves. Vuelvo a mi habitación. Tomo mi mochila. La cargo con un cuaderno y lapiceras. Busco un buzo deportivo. Agarro una campera bordó robada. La meto dentro de la mochila. Cierro la mochila. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Abro la heladera. Tomo una botella de agua. La apoyo sobre la mesada de la cocina. Abro la puertita que está debajo de la mesada (allí se guardan diferentes elementos útiles para almorzar o cenar). Tomo un vaso de vidrio. Lo apoyo sobre la mesada. Lo lleno de agua hasta tres cuartos de su capacidad. Recuerdo a Bruce Lee y una frase suya. Siento ganas de escuchar algo que sintonice con esa estética. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Busco un walkman. Lo encuentro debajo de una pila de ropa. Conecto auriculares al walkman. Lo guardo en la mochila. Busco algún cassette. Ninguno me convence. Tengo sed. Salgo de mi habitación.
Entro a la cocina. Agarro el vaso con agua. Tomo un pequeño sorbo. Salgo de la cocina.
Entro a mi habitación. Tomo la mochila olvidada. Salgo de la habitación.
Entro a la cocina. Suena el teléfono. Es para mí. Atiendo. “No puedo ir porque ya estoy yendo a otro lado”. Igualmente, no quería ir. Tampoco quiero irme de mi casa a ningún lado.
Abro la puerta de salida. Siento que olvido algo. Me voy.

jueves, 10 de septiembre de 2009

LOS DULCES (R´n´R)


Primea edicion de "Los alegres comediantes", mecenas artìsticos de la debacle.
Comienza la gira eterna de presentación del primer LP de Los Dulces, "Sarandí"
Editado y producido por "Los Alegres comediantes" y distribuido por el sello "Ultrapop".
si queres escuchar las canciones podes pasar por http://www.myspace.com/losdulcess
Entredas anticipadas para amigos de los alegres $8
entrada en puerta $10
Nos vemos el 27, alegre pibe.

"La Triste historia de El Ex" (Julián Nugnes)


(Para principiantes, en tres prácticos pasos)

Tenés unos ojos púrpura como el cielo azul.
Hermosa.
Niña con piel de porcelana china. Cabello infinito que cuelga hasta la cintura,
tu parte mas suave y perfumada.
Delicado aljibe a las enseñanzas más puras,
las tonterías más salvajes, los pecados más enriquecedores.
Manitos de miel anudadas a las mías a través de los caminos.
Desde abril hasta Júpiter. Desde Ares hasta Octubre. Preciosa mente impenetrable…
¡Y pensar que todo eso fue mío, maldita!

Tuve tu aliento en la palma de mi mano y cada exhalación tuya respondiendo a mis caprichos. Conquisté a tu madre y hermano con miles de libros y películas y canciones afrodisíacas. Tentándolos, endulzándote.
Parecías tan encantadora, parlanchina, repleta de mis palabras. Un pajarito lúbrico y enamoradizo.
La verdad es devastadora. La gente enamoradiza jamás se enamora.

Es tan triste cuando los amantes deciden abandonarse y dejar de amarse desde allí hasta que se mueren solos y pútridos. Y los jugos, sus jugos, se retuercen y entremezclan en un brebaje por demás obsceno. Las lagañas podridas en los ojos somnolientos de los amantes tímidos se hacen carne en las pupilas amarronadas como unas aceitunas rancias de picada de barrio bajo. Es tan horrible describirlo.
Es espantoso sentir como mi carne se pudre a cada segundo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

"Fungus Daydream" (Alberto Diaz Flores)
















Un bisonte obstinado mira
lo que crece en su caca de unos días.
Memorias de no-tiempo,
génesis de epifanías.
Viajaron esporas por el espacio,
trayendo visiones futuras.

Después de un rato come:
Un hombre deformado por las ondas del agua, un sosias.
Los espejos devuelven imagos de cuerpos, fragmentos reversibles i nertes.

Y le gusta ver lento,
la naturaleza vibrante,
chispas y colores con los ojos cerrados,
y el bullir del cosmos en su sangre caliente.



martes, 1 de septiembre de 2009

"Mundo Pony n° 2" TeTé



Desayunamos nuestras exquisitas medialunas con queso y bebimos café con leche. Salimos a las afueras. Historias, historietas y recorridos en una tarde infernal. Menos mal que no escuchamos sirenas ni grito alguno que distraiga nuestra niñez. Vamos a tener una hija que se llamará Helena con H. Y si piensan que cargará con algún peso, se equivocan. Helenita Nugnes, jamás. Su hermano, que vendrá después, se llamará Junior. Un travieso, no menos que su padre, lleno de historietas de superhéroes y películas de Fellini.

Encantador, me agarra del dedo meñique y seguimos en nuestro mundo propio. Nos peinamos, jugamos y volvemos a reír. El compra cuatros historietas encontradas en un rincón a oscuras rodeado de andamios. Salimos más sonrientes de lo que entramos y entramos más sonrientes de lo que salimos del bar “El Federal”, nociones abusivas de tiempo y lugar.
Lana sin sweater.
Silencioso es el retorno a casa, ni nos miramos. Sólo quiero amor. Si, utópica también.
Gatuni bebé ya tiene hambre, me ocupo de eso y un beso suaviza mi garganta. Gracias, mi amor.
Tenemos muchas películas. Este fue un pedido extraño, lo hizo él, Gatuni del Medio. La familia Gatuni se dispone a ver a un tal Rocco, parece que es famoso en el arte del porno. Acolchado de Gatuni Grande, juguetes e imágenes congeladas en pasión.
Sexo.
Es aquí donde él queda paralizado. Su mano derecha no entiende razón de órdenes.
Piensa en las chicas de Rocco, en la suavidad de la piel de Gatuni Grande, sus pezones sedientos y esa concha deliciosa de chocolate amargo y sambayón.
Fuerte. Brillosa. Hermosa.
Nuestros cuerpos son parecidos. Dos gotas de mercurio flúo, diría él.

"Sàtiro, Pervertido, imparable" (Julian Nugnes)


Sátiro, feo, asqueroso.
Es un pervertido horrible, con la boca torcida dice “¡hola, corazón!”.
Mira a las chicas a los ojos, las abraza, las toca, no hay nada mas allá del sexo para él.
¡Pequeño gusano con manitos! clava la mirada lasciva en las tetas de las chicas y, a veces, va directo al monte de Venus. Profundamente, con esos ojos negros de noche porteña de los mil chantas y sátiros.
El mundo todo no es para él más que una infinita amiga y amante.
No distingue jamás entre el bien y el mal, su única ley es la del deseo.
El horror y el deseo.
Camina atropellado con pasitos de swing diabólico, grotescos gestos lo decoran, caricatura de la belleza y la vida. Es violento, irascible, simplemente malo.
Jamás escucha.
Obsesivo, horrible, insoportable. Serpiente enana y retorcida, enrosca a las chicas, les roba su esencia, las usa y asesina su inocencia a sangre fría.
Calculador, matador de vacas sagradas.
Sus comisuras, horribles pozos gigantes, están llenos de baba y lava caliente. A veces, incluso, escupe al gritar borracho a la luna.
Jamás escucha.
Manipulador de mil manos bestiales, titiritero sexual, horrible mirada de daga al rojo vivo. Sátiro. Pervertido. Imparable.
No quiero volver a verte nunca más. Estoy enamorada.

lunes, 31 de agosto de 2009


Bienvenidos al blog de los Alegres Comediantes. Yo soy Julian Nugnes, Nací en 1983 y tarde 10 años en decidirme a aceptar este medio tan perverso.
Los proximos pasos: voy a ir entregando algunos poemas que formaran parte de un futuro libro. O no.
En todo caso, todo es gracias a la amiga de la foto, la incondicional Veronica Porrez, que me asistió para tramitar este blog.
Al hacerlo, me di cuenta que es mas sencillo que ir a comprar papas a la verduleria. Y, asi, comprendi taaaaantas cosas.