viernes, 30 de octubre de 2009

Mañanas y naranjos (Benji y Piwi)


Mañanas y naranjos.

Celeste la lluvia de mis sueños.

Cabezas de gallinas amontonadas.

En el horizonte un puerco sonriendo.

Vientos sacuden la toldería.

La playa gris y fértil.

Brasas entre piedras apagadas.

Con los mortales en el agua.

Con los dioses en las nubes.

Los inmortales sueñan.

Sándwichs de miga y bañadores.

Hoy pescaré algún monstruo.

Hilo de oro en la punta del dedo gordo.

Me he sentado sobre la roca ideal.

Sombras en el fondo del tumulto mar.

La pierna me tiembla el cuerpo entero.

Mirada de inmortales y nubes.

Truenos de las majestades.

Dientes de bestia marina.

Gigante el recuerdo de aquellos ojos.

Aguas heladas de oscura temperatura.

La lucha del monstruo sin esperanzas.

Profundidades de cavernas abominables.

La fría mirada de la noche que convence.

El nexo se corta y de pie en el fondo.

Estoy en la succión del pozo más ancho.

En el vórtice de una pelea con el monstruo dorado.

Me acerco mientras desvanece en las nieblas.

Entre rodillas cubiertas una fibra dorada.

A su negra figura, oro y estaño azulado.

Llegan figuras en sombras sin color.

Apreso el demonio y apunto hacia el cielo.

Surjo al aire puro.

Encallo en rocas con un cuerpo de sirena.

Las miradas de los dioses juzgan desde el cielo.

Cadáver de un exquisito inmortal, secreto divino.

Siento su carne delicada y frágil, mortal.

Ilumina su cara un sol naranja.

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