Trabajar los sábados a la mañanita, labor exclusiva de los hombres topo.
Ciegos de bellezas palpables, empíricas, experimentables.
Con el corazón prendido fuego, la venganza profunda a flor de piel.
Una pava caliente a punto de romper hervor, corazón llameante,
Matar y morir por amor.
Esto es lo que descubrí en sus ojos, manos y arrugas:
Escribir. Escribir. Escribir.
Escribir a la luz de la merienda
Menos estúpido, más sabio, más tanguero
Raspando las sombras de las palabras
Infeliz, inmediato, inconcluso
Interminable es la vuelta a casa
Trenes infernales, paradisíacos, infernales
Son una luna asesina en la ventana chorreante
Mientras, desnudo, en mi cama espera el deseo
¿Seré una prostituta mágica?
Curar y matar en cada exhalación
La luz guía mi dedo
A la aguja en la rueca
Solo y transpirando
Bajo una escalera
En caracol,
Al fin y al principio
La muerte dormida
Nos espera afuera.
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