Cimentando mi amor, amigo, te encapsulo aquí.
Maxi lee. Programáticamente.
Compañero, aquí va una compo
composición que canta tanta
energía tallereana.
Y aquí vamos sembrándonos unos a otros
energía solidaria.
Naftalina que corre por tu memoria,
fiel amigo, te recuerda. Y añoro
tu tenue lectura.
Habremos de derretirnos en un poema sin
ton ni son. Habremos de sentarnos en un
banco en la plaza, cerca de Virrey Arre-
dondo, a plasmar unos mates que
enjuguen nuestra melancolía. Sabrás de
la noche, sabrás de la ciudad próspera
en la que nada se dice, todo se piensa
o se masculla…
Y sabrás, gran poeta, de la salsa de
Tomate (mientras vuelan pájaros aquí
cerca) que, caliente y acebollada,
se plasma en una danza junto a
tallarines blancos y bien mastica-
bles (diríamos “al dente”)?
No me beses en la nuca, sabés que es
Mi lugar predilecto. Mejor dame bolitas
de pan, remojadas en leche tibia.
Sabés que yo suturo continuamente
tu mirada en el espejo de la mía?
No me creés, ya se… vos sos muy
Lagartija para estas cosas. Lo cierto
es que estamos aquí, granjeándonos
nuestra propia amistad pueril…
Hice una pausa monorrima, para decir
ciertas pavadas que el vulgo no escucha,
ni deja degustar en su hercúleo paladar.
El vulgo me gusta, es siempre tan
sincero!! Y los murmullos pasan a la eterni-
dad, silenciosos, formando el bagaje de
nuestra pequeña historia.
Caí en la trampa...
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